miércoles, 6 de abril de 2011

planteamiento del problema

Luego de varios años de pareja, los “socios en el amor”, suelen acomodarse y estabilizarse, llevando a cabo un tiempo de unión extenso pero que no siempre describe y provee felicidad.
Muchas parejas alegan “querer” a su pareja, pero a continuación, agregan que “no es como antes”.
Ese “no es como antes” no se refiere a su pareja, sino a los sentimientos de sus integrantes.
Y ahí llega el momento preciso donde uno se tiene que poner firme y sincero y pensar ¿Amor o costumbre?
La mayoría de las parejas que datan de muchos años de unión, suelen hacer silencio ante esa pregunta. Esbozan no ser felices pero afirman no querer separarse. Y aquí llegan los problemas.
El objeto de una pareja, además de formar una familia, es la felicidad y la emoción por disfrutar del amor. Y cuando esto no sucede, el problema subyace, se convierte en algo latente pero que no se plantea ni se buscan alternativas para resolverlo.
No hay separaciones en estos casos, por ejemplo, por un bienestar económico que brinda uno de los integrantes, por miedo a la soledad, porque están acostumbrados y da cierta pereza comenzar todo de cero con otra pareja, etc. Los problemas y las causas pueden ser ultra variadas, llegando a la más conocida que es: “no me separo por mis hijos”. Los hijos no dejan de ser hijos por una separación. Los cónyuges dejan de ser cónyuges, pero los hijos serán hijos para toda la vida.
Ante una situación de rutina, también pueden presentarse infidelidades y la costumbre hace que se perdonen una y otra vez, lo cual sume al engañado o engañada en una profunda tristeza.
Hay que ser sinceros con uno mismo y con la pareja, y cuando se notan estos rasgos de costumbre y donde el amor ya no es el mismo.
Plantear esta situación hace que, si existe una separación posterior, sea civilizada y pacífica y de común acuerdo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario